La metáfora del sueño eterno.
El camino a casa comenzaba a hacerse eterno. Sus pisadas marcaban la nieve que iba dejando atrás, como a su propia vida. Le dolían los pies, no sabiendo si por culpa de haber corrido durante horas o por la imposibilidad de la situación. El frío había teñido sus labios de un morado oliváceo, pero sus pensamientos estaban tan sumamente lejos de allí que no veía siquiera hacia donde se dirigía. Lo único que podía recordar eran pequeños fragmentos donde sus ojos habían contemplado la más horrible de las imágenes y ni siquiera era capaz de alzar la mirada hacia su propio cuerpo, temiendo encontrar restos de una sangre que no era la suya, por más que lo hubiese deseado.
Los pocos copos de nieve que revoloteaban alrededor se adherían al cabello de la chica, haciéndolo parecer más claro y húmedo. Y, entre un cielo encapotado, la noche se alzaba oscura, pues tan solo podía distinguirse el fino resplandor de las farolas al borde del camino de piedra. A su derecha, numerosos ruidos de animales nocturnos se propagaban a lo largo del bosque, proporcionándole un aspecto aterrador.

Entonces el cielo se iluminó durante un segundo, acompañado de un trueno. En sus manos, aunque invisible a los ojos de cualquier persona, empezaba a pesar su corazón o, de la misma forma, los pocos restos que quedaban de él. Volvió a intentar comprender de nuevo lo que había ocurrido, pero su mente se bloqueaba una y otra vez. Incluso respirar parecía haberse convertido en el trabajo más difícil de su vida.
Las piernas le temblaron entonces y supo que, en menos de un minuto, terminarían por fallarle. Cuando cayó, la nieve la abrigó como un colchón helado mientras los copos que caían que caían de los árboles hacían las veces de manta. A la vista de su primera lágrima, se hizo un ovillo en el suelo con la intención de ocultarse, mientras preguntaba al cielo en el más absoluto silencio el por qué.

El viento sacudió los árboles con fuerza, la luna se reflejaba en el río próximo cuando las nubes le abrían paso y los lobos aullaban desde las montañas, clamando por la oscuridad que había inundado el mundo aquella noche. Pero todo quedó inmóvil y en silencio un segundo después, provocando eco a las pisadas de algo que aproximaba su marcha hacia donde ella se encontraba. Un ser con aspecto humano consumió con su sombra el cuerpo de la chica, arrancándole la vida. Al segundo siguiente todo había desaparecido como si nada hubiese estado en el lugar, ni siquiera ella, acompañando su partida con la vuelta a la vida de aquel lugar en el que el tiempo había sido detenido con anterioridad.
-Virgi.
3 comentarios
Me encanta como escribes! Espero leer más relatos tuyos. Me ha encantado 😊
ResponderEliminar¡Muchas gracias por la opinión de verdad! Estaré encantada de escribir alguno que otro más. Un beso<3
EliminarPo zi
ResponderEliminar